“Todas las personas mayores fueron al principio niños, aunque pocas de ellas lo recuerdan…”                                ANTOINE SAINT-EXUPÉRY

Terapia Infantil

Los niños y niñas también sufren. Pueden sentir angustia, tristeza, ira, miedo, celos. Con los niños ocurre que muchas veces ellos no saben expresar que necesitan ayuda, y frecuentemente manifiestan sus problemas emocionales a través de su conducta. Suelen ser padres, profesores o cuidadores quienes detectan que algo no va bien.

Estos son algunos indicadores que pueden hacernos sospechar que un niño o niña necesita ayuda:

  • Dificultades de relación: timidez, problemas para integrarse, necesidad constante de ser el centro de atención
  • Problemas en el área escolar: disminución del rendimiento académico, falta de concentración realizando sus tareas, desmotivación para ir al cole
  • Síntomas: enuresis, pesadillas, miedos, terrores nocturnos, inhibición, problemas de alimentación, irritabilidad, problemas de comportamiento
  • Situaciones difíciles: pérdida de un familiar, separación de los padres, bulling (acoso escolar),  familias reagrupadas

En estos casos es conveniente consultar con un profesional. La primera entrevista siempre se realiza con los padres. A partir de la información proporcionada, valoramos si es necesario hacer una evaluación psicológica con el niño para establecer el tipo de intervención. En algunos casos puede ser suficiente trabajar con los padres, proporcionando pautas educativas, orientación y seguimiento.

Nuestro modelo de trabajo, con niños y padres, está enfocado principalmente a la gestión emocional: ayudar al niño a entender y manejar sus emociones; y proporcionar estrategias para autorregularse.

La infancia es la etapa en la que ponemos los cimientos que van a permitir el desarrollo de la personalidad para la vida adulta. Si la base no se coloca bien, todo lo que se construya encima va a peligrar. Si el inicio está bien colocado y seguimos construyendo con perseverancia, responsabilidad, y sobre todo, con mucho cariño, el edificio será equilibrado, sólido y seguro.

Los hijos son como las cometas… “Te pasas la vida tratando de hacerlas volar. Corres con ellas hasta quedar sin aliento. Caen al suelo. Chocan con los tejados. Tú las remiendas, las consuelas, las ajustas, y les enseñas. Observas cómo el viento las mece y les aseguras que un día podrán volar. Finalmente vuelan. Necesitan más hilo y tú sueltas más y más, y sabes que muy pronto la bella criatura se desprenderá de la cuerda de salvamento que la ata y se elevará por los aires, como se espera que lo haga, libre y sola. Sólo entonces te das cuenta de que has hecho bien tu trabajo.”